viernes, 24 de abril de 2009

No se consuela quien no quiere.

VigoOte

En marzo hemos alcanzado y sobrepasado los 3.600.000 desempleados, después de que más de 123.000 españoles hayan pasado a engrosar la lista del paro. Caminamos a paso legionario hacia los 4 millones temidos hace unos pocos meses y todo parece indicar que lograremos esta triste meta sobrados, como el corredor jamaicano que batió los récords olímpico y mundial de 100 metros el pasado verano en China dejándose ir y saludando victorioso a la concurrencia cuando restaba un cuarto de la distancia total para la meta.

En la olimpiada de la crisis, España está en todo lo alto del medallero; y en la prueba del desempleo estamos sacando cuerpos y cuerpos a nuestros competidores. Nuestra marca de desempleo duplica la que ofrece los países del entorno comunitario, y puestos a destruir trabajo somos auténticas hachas, no hay quien nos pueda hacer sombra.

España está destacando en la cita olímpica de la angustia y el paro tanto en modalidad masculina como femenina. Nuestras chicas, de las que nos sentimos orgullosos y despliegan encanto, han elevado la cifra de desempleo en el último año un 33,9 por ciento; mientras la delegación masculina todavía lo está haciendo mejor, aunque parecería imposible, y ha parado el crono de la inactividad, ni más ni menos que en una marca estratosférica de +88% en estos últimos doce meses. Estamos que nos salimos: de las empresas y nuestros comercios a la calle, claro.

Y entonces Maravillas Rojo, secretaria de desempleo, aparece haciendo de sicóloga deportiva de nuestros olímpicos del paro, e interpreta la victoria con deportividad, queriendo no presumir de paliza dada y respetando a los vencidos, y lanza por delante temores sobre el futuro vigoroso de nuestros atletas del desempleo. Cree la Secretaria de Desempleo que no debemos dormirnos en los laureles y muestra preocupación porque en este último hemos destruido trabajo menos que en los cinco anteriores. La hinchada nacional en las gradas observa y ruge de intranquilidad ante ese vaticinio realizado con no demasiada convicción por Maravillas.

En Vigo los comerciantes continúan en la lucha intentando vencer a la crisis cada día, sabiendo que cada día de estos que resisten es uno más cerca que están de conseguir atravesar estos tiempos difíciles, como le llama Maravillas. Necesitan una regulación que impida a las grandes superficies proliferar en nuestra ciudad como setas en el bosque otoñal, y se lo están pidiendo una y otra vez a nuestros gobiernos: estatal, regional, local… Desean que sus afiliados dejen de arrasar en las olimpiadas del desempleo y el cierre de tiendas. No terminamos de avistar el día en que Maravillas, o quien desempeñe su puesto en ese momento, llegue con semblante castigado anunciando que España ya no es la Copacabana del desempleo donde por doquier aparecen virtuosos del balón y la samba del paro forzoso. La queremos ver desconsolada y desolada con el anuncio de una bajada en el aumento en los ratios de creación de empleo, darle un toque en la espalda y decirle: ánimo Maravillas, que tarde o temprano volverá la añorada crisis. El humor, discúlpenme, a veces es lo único que nos queda a la espera de otros tiempos

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