viernes, 24 de abril de 2009

Personajes sin “intereses” directos vienen impugnando o denunciando constantemente actuaciones urbanísticas.

A. Martínez.

Señor director: Vengo leyendo diariamente, en casi todos los periódicos, la corrupción que se está produciendo en Madrid y otros puntos de España, donde están imputados diversos miembros de Partido Popular y de otros. Sin embargo parece que Vigo está fuera del mapa político y físico, por que de lo contrario ya se abrían desenmascarado los miembros de las supuestas tramas de denunciantes que, de vez en cuando y desde hace años, aparecen en los medios de comunicación como “personajes" que utilizan las sentencias en beneficio propio.

La mayoría de nuestros Tribunales, inspirados en una aplicación generosa del derecho a la tutela judicial efectiva, consideran una carga onerosa y absurda tener que participar en algo en lo que ni se cree, ni se considera legal.
Sin embargo hay grupos organizados, que parecen tener “ramificaciones” importantes, que a través de algunos miembros están impugnando o denunciando constantemente licencias de toda clase y otras actuaciones urbanísticas, pese al mensaje para navegantes que no hace mucho tiempo mandó a través de los medios de comunicación el alcalde de Vigo, Abel Caballero, ello no quiere decir que todo el mundo esté impugnando las licencias urbanísticas o de actividades, pero estos “personajes” sin “intención de participar” en el futuro en las mismas o sin ser un vecino perjudicado, partidos políticos, asociaciones representativas en el ámbito vecinal social, sindical, empresarial, ecológico, etc., sino que sencillamente sin acreditar el interés concreto en relación con la actividad, la promoción o la construcción o perjuicio personal, sin obligación de participar en ella, impugnan constantemente por “intereses” diversos.

De la misma forma que no sería lógico que un licenciado en antropología tuviese interés en impugnar una convocatoria de secretario municipal con fines diversos: extorsión, etc, tampoco es lógico que un licenciado en derecho u otra licenciatura o diplomatura o bien un cabeza de turco cualquiera, etc, pueda tener interés “particular” legítimo en impugnar tal o cual licencia sin incluir una prueba práctica de elaboración del proyecto arquitectónico, pues eso es lo que he entendido en lo que se ha escrito en los distintos medios de comunicación desde hace mucho tiempo donde diversos portavoces del Gobierno municipal del Ayuntamiento de Vigo denunciaron que: “vecinos de la ciudad están sufriendo "chantaje" por parte de "algunos personajes" para llegar a acuerdos y que no se pida la ejecución de sentencias urbanísticas o de actividad contra edificios de la ciudad”. Los medios han dicho también que el Ejecutivo local "empieza a tener sospechas de que algunas personas están filtrando a los medios sentencias urbanísticas como la del Tribunal Supremo que anuló el intento de legalización de las torres de García Barbón y de otros inmuebles, para su beneficio, al tiempo que contactan con propietarios de esos pisos para "chantajearles" con el fin de que paguen si quieren que no se pida la ejecución de esas sentencias. El concejal explicó que estos "personajes" utilizan las sentencias en beneficio propio y tratan de "reeditar la polémica" sobre dichas resoluciones”.

Todo ello puede hacernos pensar que estos “personajes” pueden tener contactos dentro de las administraciones que le sirven información para estos menesteres o que le “agilizan” sus propios proyectos y que por otra parte los responsables políticos se quedan solo en manifestaciones públicas, por que desde hace tanto tiempo aun no han imputado a nadie. Las autoridades deben poner todo su esfuerzo en desenmascarar y “eliminar” toda esa trama de “sanguijuelas”, o “personajes”, como ellos mismos les denominan en los medios de comunicación, que entorpecen la tranquilidad y vacían los bolsillos de los vigueses y frenan la inversión y la creación de empleo y además desde urbanismo deben agilizar al máximo los trámites burocráticos y administrativos que obstaculizan las inversores y desesperan a los ciudadanos cuando se deciden a construir, reformar, reabrir o a abrir un nuevo negocio. Las vueltas, la aplicación de la normativa más restringida, el papeleo y la espera de licencias y permisos de apertura sacan las ganas de invertir en Vigo. La ciudad debería de estar adornada de grúas y los desempleados realizando actividad en los negocios que se abrirían, sino fuese por esas pegas que ponen al ciudadano normal, o a los despachos o arquitectos que realizan honradamente su profesión. Se están perdiendo en la ciudad muchas oportunidades y nuevos empleos porque, aunque se están perdiendo negocios, lo cierto es que el espíritu emprendedor de los vigueses es inagotable y lo compensaría. El vigués emprendedor pide agilidad y flexibilidad administrativa para abrir las puertas.

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